5 planes para conocer Tandil: gastronomía, panorámicas y naturaleza


A 365 kilómetros de Capital Federal se esconden las sierras más antiguas de Argentina – con 2200 millones de años de antigüedad –  y un paisaje natural ideal para relajar. Tandil tiene todos los condimentos necesarios para escaparse de la ciudad de la furia y disfrutar del trayecto. 


 

La ruta nacional 3, esa que culmina en el Fin del Mundo, tiene paradas técnicas que valen la pena. Una de ellas está a menos de 400 kilómetros de Buenos Aires y conforma un sistema de sierras imperdibles. Y, si no podés separarte de la playa y el mar, a menos de una hora y media estás en Mar del Plata. Todo cierra con moño.

La clave de este destino serrano es alojarse a las afueras de la ciudad, para entrar en contacto con la naturaleza y volver a recargar baterías respirando aire puro. 

Si te gustan los animales y viajas con peques, el Valle de los Ciervos es la mejor alternativa para hospedaje, con sus treinta hectáreas rodeadas de caballos, llamas, burros, ciervos, cabras y hasta pavos reales.

A la hora de recorrer y visitar, es un must llevar un buen par de zapatillas, una botella de agua  y protector solar para disfrutar de las travesías en la sierra.

Y este lugar, además, no deja de sorprender por su buena gastronomía. ¡Tomá nota de estas cinco recomendaciones!

1. Visitar el Cerro El Centinela, un clásico de Tandil

Es un complejo con aerosilla con tremenda vista panorámica de los campos y de la ciudad. El recorrido es de 630 metros y tarda de 8 a 9 minutos. Una vez que llegás a la cima, mi consejo es que te armes un buen mate y disfrutes el momento. Además, como nunca falta morfi, se puede degustar gastronomía local en el Parador Cerro Centinela: parrilla, cordero, cazuelas, fiambres y quesos, la especialidad del destino.

También se pueden hacer caminatas por senderos escondidos que prometen lo mismo: vistas alucinantes de la naturaleza tandilense.

Obviamente, parte del recorrido incluye fotografiar la imperdible piedra que da nombre al Cerro.

2. Disfrutar de una parrillada en El Refugio Bar Serrano

Ubicado en el Valle del Picapedrero, un predio de 24 hectáreas enclavado sobre las laderas del cerro Aurora, El Refugio te hace hace dudar si estás en Tandil o en Bariloche.

Con sus mesas de picnic y las luces de feria, es el spot ideal para ver el atardecer y la joyita de este lugar son sus parrilladas y sus cervezas. 

¿Un dato curioso? Como están un poco alejados de los servicios públicos, tuvieron que ingeniárselas para abastecerse de energía. La solución vino de la mano de la ecología: paneles solares que les permiten brindar un servicio mil puntos en plena sierra.

3. Subir el Cerro La Movediza

¿Quién no escuchó alguna vez hablar de la famosa piedra movediza? Pero no te ilusiones tanto: la que está actualmente en la cima es una réplica de la original que se partió en tres partes en febrero de 1912. Pesaba alrededor de 300 toneladas y medía 7 metros, con lo cual el enigma del equilibrio que mantuvo la piedra por siglos se reafirma.

Más allá de este dato de color, llegar hasta arriba vale la pena porque las vistas son alucinantes.

Pero preparate para subir unos cuantos escalones bien empinados; yo te avisé

4. Reservar una mesa para comer en Tierra de Azafranes

Si sos amante del risotto y los mariscos, este lugar es para vos.

No te olvides de reservar o llegar temprano pues es un restaurante bastante famoso de la ciudad y suele estar lleno.

5. Ver el atardecer desde el Castillo Morisco

El lugar ideal para terminar el día, observar la caída del sol y ver cómo se enciende toda la ciudad.

Muy cerca del centro de Tandil se puede llegar al Parque de la Independencia, que en su punto más alto llega hasta casi los 300 metros sobre el nivel del mar. Justamente ahí es donde se levanta el Castillo Marisco desde 1923, dotándolo de las mejores vistas naturales.

Fotos: Unsplash, @valledelosciervos, @dronegraphy.tandil, @tandilturismooficial.